El Banco del Vaticano fue creado por el Papa Pío XII en 1942. Desde 
el principio, sus estatutos fueron redactados de tal manera que ni el 
Papa tendría acceso directo a su administración. Con el inicio de la 
Segunda Guerra Mundial, en 1943, se plantearon sospechas de que el banco
 guardaba dinero producido por el régimen nazi.
La pregunta más grande desde entonces ha sido ¿por qué la entidad más
 grande del mundo necesita un banco?, cuyo nombre oficial es el 
Instituto para las Obras de Religión (IOR).
 ¿Y cuál es el motivo de que sea patrimonio de empresas como FIAT y 
Alfa Romeo?, ¿Y la participación en proyectos como la red de joyerías de
 lujo Bulgari, el banco de inversión Altium Capital y Pall Mall?
Según The Guardian, el valor internacional del Vaticano ocultado por 
empresas establecidas en paraísos fiscales supera un billón y medio 
millones en la actualidad.
En los últimos años las cosas han empeorado. En septiembre del 2010, 
el IOR fue investigado por la justicia italiana con sospecha de lavado 
de dinero. Los fiscales italianos congelaron 23 millones de euros 
utilizados en “operaciones irregulares”. Después de un año de batalla 
legal, el dinero fue desbloqueado, pero la investigación continúa.
El banco siempre ha negado irregularidades.
En el 2012, los periódicos italianos, publicaron cartas secretas que 
apuntaban a un conflicto entre los miembros de más alto rango del 
Vaticano sobre cómo el banco estatal debería tener transparencia en sus 
transacciones financieras. Poco después, el Departamento de Estado de 
EE.UU. puso por primera vez en la historia, al Vaticano, en la lista de 
países vulnerables al lavado de dinero.
El estado más pequeño del mundo, donde además del Papa viven apenas 
800 personas, aparecía en la categoría de “preocupación”, junto con 
países como Polonia, Egipto, Yemen, Hungría y Vietnam.
“Con los grandes volúmenes de moneda internacional que pasan por la 
Santa Sede, es un sistema que se torna vulnerable como un centro 
potencial de lavado de dinero”, dijo Susan Pittman en su momento, de la 
división del Departamento de Estado que se encarga de hacer cumplir la 
ley y el combate internacional de narcóticos. 
En ese momento, la mala gestión, incluso hizo que el Banco del 
Vaticano, experimentara su peor déficit en los últimos años: 19 millones
 de dólares. Fue la culminación de un escándalo de dos décadas bajo 
sospecha de lavado de dinero y vínculos con la mafia, y la 
“desaparición” de 1 billón de dólares en un banco que hizo 
transacciones.
En febrero del 2013, antes de renunciar, el Papa Benedicto XVI, 
cambió al director del Banco del Vaticano, el alemán Ernst Von Freyberg 
fue depuesto.
Esta medida ha demostrado ser ineficaz otras veces. En 1989, el arzobispo estadounidense, Paul Marcinkus, fue acusado por las autoridades italianas de implicación con la Mafia, la quiebra del Banco Ambrosiano, el escándalo que implica la logia masónica P-2 y varios banqueros. El caso inspiró la producción de películas y varios libros.
Esta medida ha demostrado ser ineficaz otras veces. En 1989, el arzobispo estadounidense, Paul Marcinkus, fue acusado por las autoridades italianas de implicación con la Mafia, la quiebra del Banco Ambrosiano, el escándalo que implica la logia masónica P-2 y varios banqueros. El caso inspiró la producción de películas y varios libros.
Incluso ahora, después de que Francisco ha tomado, las cosas no han 
mejorado. El mes pasado, la policía italiana arrestó a Monseñor Nunzio 
Scarano, de 61 años, sospechoso de participar en desvío de millones de 
euros del Banco del Vaticano. El prelado (título de los altos 
dignatarios de la Iglesia Católica) trabajó como contador de la 
administración financiera y había ayudado a algunos amigos ricos a tomar
 valores grandes de Italia. Scarano, está bajo arresto domiciliario en 
espera de juicio.
En medio de las investigaciones, estas aún no han concluido, 
surgieron evidencias de que el Instituto para las Obras de Religión 
habría “lavado” cerca de unos 33 billones de dólares. Una vez más la 
cúpula del Banco, sacó a Paolo Cipriani y Massimo Tulli.
Este mes, una encuesta fue lanzada por la red de organizaciones 
sociales francesas Voltaire, en base a los datos proporcionados por los 
gobiernos de Alemania y Suiza. El Vaticano, se ubica actualmente el 
octavo lugar entre los países que lavan dinero, superando los paraísos 
fiscales conocidos como Suiza, Bahamas, Liechtenstein, Nauru y  
República de Mauricio.
El Papa Francisco, creó una comisión de cardenales y otros 
funcionarios que están investigando los soportes del IOR y formular 
propuestas de cambios radicales en el banco. Se contempla, incluyendo el
 cierre de la institución y su transformación en una entidad que pueda 
administrar los recursos financieros de la Iglesia católica de otra 
manera.
Esta comisión ya ha consultado a la Unión Europea, pidiendo 
asesoramiento técnico a través de Moneyval, un organismo de la UE que 
evalúa y ejecuta las medidas contra el lavado de dinero y el terrorismo.
El actual director de la IOR, Battista Ricca, tomó el Banco del 
Vaticano, hace dos meses, pero es acusado de formar parte del “lobby 
gay” católico, cuya existencia fue negada por Francisco en una polémica 
entrevista en su despedida de Brasil.
ESCANDALOS MÁS SONADOS:
Caso Sindona
En la década de los 
60, el primer gran escándalo sacude al IOR debido a su relación con la 
Banca Privata Finanziaria del banquero siciliano Michele Sindona.
El
 IOR poseía el 24,5% de esa banca y a petición del papa Paolo VI, 
Sindona participa en la modernización del banco vaticano y es autorizado
 para gestionar las inversiones extranjeras del país.
Pocos años 
después salen a la luz los vínculos de Sindona con la mafia y los 
movimientos de capital entre el IOR y Sindona a paraísos fiscales.
Desplomado su imperio bancario y recluido en la cárcel de Voghera, el financiero siciliano muere a causa de un café envenenado.
Marcinkus
En
 1971, el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus fue nombrado 
presidente del IOR a pesar de no tener ninguna formación profesional en 
el sector.
En 1972, a pesar de que el IOR poseía el 52% de la 
Banca Católica del Veneto, Marcinkus decide ceder el 37% de las acciones
 al Banco Ambrosiano dirigido por Roberto Calvi.
A esta decisión 
le siguieron una serie de protestas de los obispos venetos y del 
entonces obispo Albino Luciani (quien luego se convertiría en el papa 
Juan Pablo I).
En protesta, cerraron sus cuentas en la banca del Veneto.
Banco Ambrosiano
En
 1982, diez años después de las acciones de Marcinkus, el colapso del 
Banco Ambrosiano se convierte en uno de los escándalos que más han 
ensombrecido las cuentas vaticanas.
Se trata de uno de los casos 
de fraude más grandes de Italia, en el que desaparecieron casi US$1.300 
millones en préstamos a empresas fantasma en América Latina.
El 
Vaticano se ve salpicado por el escándalo -o más precisamente el 
director del IOR, Marcinkus- por haber proporcionado cartas de crédito 
para los préstamos.
Sin embargo, su director logra evadir la justicia sólo gracias a la extraterritorialidad de la que goza la Ciudad del Vaticano.
En
 tanto, Calvi -que escapó del país con un pasaporte falso- fue hallado 
poco tiempo después ahorcado bajo el puente Blackfriars en Londres. En 
sus bolsillos llevaba cinco kilos de piedras y ladrillos y US$11.700.
A pesar de que se presentaron cargos contra cinco personas, todos fueron absueltos después de un juicio.
El
 banco vaticano nunca admitió ninguna responsabilidad por el colapso del
 Ambrosiano. Pero una comisión conjunta entre la Santa Sede y el 
gobierno de Italia admitió una responsabilidad moral en la quiebra.
En 1984, el IOR otorgó una contribución voluntaria a los acreedores del Ambrosiano por US$406 millones.
Marcinkus
 murió en 2006 y siempre proclamó su inocencia. Su figura inspiró al 
personaje del arzobispo Gilday en la cinta "El Padrino III", de Francis 
Ford Coppola.
Consejo vigilancia
Justo
 tras los escándalos del Ambrosiano, en 1989, el papa Juan Pablo II, 
modificó el estatuto que regía a la banca vaticana y dejó el control a 
un Consejo de Vigilancia conformado por cinco cardenales y un Consejo de
 Sobreintendencia compuesto por cinco laicos y un director general.
Todos responden directamente al papa. A su cabeza designa a Angelo Calota.
En
 1993, el escándalo de corrupción política conocido como Tangentopolis 
en Italia y el suicidio de dos investigados: Gabriel Cagliari y Raul 
Gardini por el denominado caso Enimont, vuelve a poner los reflectores 
judiciales en las cuentas del banco vaticano.
Ambos, Cagliari y Gardini, tenían cuentas en el banco vaticano.
Sin
 embargo, como una entidad que no tiene sucursales en tierras italianas y
 protegida por el Concordato, el IOR sólo responde a solicitudes del 
Ministerio del Exterior, así que su explicación oficial fue que "el IOR 
no conocía el origen del dinero".
Transparencia
El
 último de los escrutinios al banco vaticano inicia en 2008 cuando el 
papa Benedicto XVI renovó la comisión cardenalicia y puso al frente a su
 colaborador más cercano, el secretario de Estado desde 2006, el 
cardenal Tarcisio Bertone —que sustituyó al cardenal Angelo Sodano.
En
 2009, Ettore Gotti Tedeschi fue nombrado presidente del banco vaticano y
 apenas un año después, la justicia italiana abrió una investigación en 
contra de dos directivos de la entidad bancaria por violar las leyes 
italianas de lavado de dinero y llevaron a la policía a incautar US$30 
millones en activos del Vaticano en septiembre de 2010.
Esa
 investigación volvió a poner a la entidad en el ojo del huracán. Desde 
2007, las normas aprobadas obligan al banco a revelar la identidad de 
los autores de sus transacciones.
Tedeschi aseguró entonces que se trató de "un error de procedimiento" y que el banco no tiene "nada que esconder".
Sin
 embargo, la salida a la luz de los libros "Vaticano Spa" y el más 
reciente "Su Santidad" de Gianluigi Nuzzi y una serie de documentos 
revelados en los últimos meses –de otro escándalo conocido como 
VatiLeaks- confirmaron la serie de luchas internas en la institución 
financiera de la Santa Sede.
Se trata de los desacuerdos en la 
forma de concretar el cumplimiento de normas internacionales con la 
intención de que el Vaticano pueda figurar en una "lista blanca" de 
países que cumplen con normas de la transparencia y contra el lavado de 
dinero.
Sin embargo, la experta en 
asuntos del Vaticano, Alessandra Buzzetti insiste en que más allá de los
 desacuerdos, el problema está en las "fugas de información" que revelan
 "una incapacidad objetiva de gestión de parte de la Curia del Estado".


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