Por: Oscar Javier Forero (*)
Recientemente el Presidente de la República
Nicolás Maduro Moros ha anunciado la instalación de un
conjunto de casas de cambio del lado venezolano para generar un contrapeso a
los casi dos mil operadores cambiarios fronterizos que se encuentran apostados
en la ciudad de Cúcuta y que han llegado al extremo de usurpar funciones de
soberanía económica y política monetaria de la República Bolivariana de
Venezuela.
Esta medida ha generado un amplio debate en
la colectividad en general, con especial énfasis en la residente en el estado
Táchira, fronterizo con Colombia y que posee en conjunto con el Departamento
del Norte de Santander la frontera más dinámica de América Latina y una de las
más dinámicas del mundo, si tomamos en cuenta los miles de millones de dólares
[1] que producto del flujo comercial formal, informal e ilegal se mueve por
este importante corredor geográfico y económico.
El debate en cuestión, parte del hecho
(generalmente aceptado por la colectividad) de que la moneda venezolana es
afectada de manera arbitraria por las casas de cambio colombianas, quienes día
a día, incluyendo fines de semana, días sin actividad bancaria y en el proceso
de cierre de frontera, emiten una especie de reporte diario sobre el valor
asignado por estos agentes al dólar dentro del territorio venezolano y al peso
colombiano, en una jugada que ha resultado casi perfecta, pues aprovechando los
bajos precios de los alimentos y los combustibles en territorio venezolano, se
ha generado, desde poco antes de 2002 un proceso de dominio y control por parte
de grupos paraestatales (en su mayoría paramilitares “desmovilizados” en el
gobierno de Álvaro Uribe Vélez) que han encontrado en la zona fronteriza el
espacio ideal para generar ingestas ganancias producto de actividades
delictivas como el contrabando de alimentos y de combustibles, estos últimos
por cierto, van a suplir los requerimientos no sólo de buena parte del parque
automotor neogranadino, sino los requerimientos para la producción de la
cocaína, en la aledaña región del Catatumbo, también tomada por grupos
paramilitares desde hace cerca de 20 años y que hoy por hoy es una de las
principales zonas de producción de hoja de coca del mundo [2].
El accionar de los grupos delictivos los
llevó a no solo dominar el mercado del contrabando, sino que también abordaron
el mercado financiero: Mientras más depreciado esté el bolívar mayor será la
tasa de ganancia, que en el caso del combustible posee un margen de utilidad,
al día de hoy, de hasta 171.000 %. Una cifra muy superior a la tasa de retorno
de actividades duramente penadas como el narcotráfico o la venta de armas.
De los cerca de dos mil operadores cambiarios
fronterizos que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) funcionan en la ciudad de Cúcuta, una buena parte están dominados por
grupos paramilitares, el otro grupo perteneciente a comerciantes de oficio,
simplemente debe plegarse a las “directrices” que día a día emana el poder
paraestatal con respecto al valor de la moneda venezolana, en un caso único en
el mundo de suplantación de funciones de un banco central legalmente
constituido y de manera extraterritorial.
La medida de instalar las casas de cambio del
lado venezolano, se ha interpretado como “una cucharada de su propia medicina”,
a la permisividad que presenta el Estado colombiano, de permitir que en una de
sus principales ciudades, se ataque de manera sistemática y supremamente
perjudicial a la economía de su vecino venezolano, sin que se tomen acciones
que pongan freno a este fenómeno delincuencial y anti soberano, no obstante,
esta medida busca fortalecer el bolívar pero sin interferir en la soberanía
económica y cambiaria colombiana.
Pero: ¿Son
realmente necesarias la instalación de casas de cambio en Venezuela?.
Antes de ello, es importante mencionar, que
históricamente en la frontera entre Venezuela y Colombia ha existido un
notable, creciente y pujante intercambio comercial (con especial énfasis en los
periodos de expansión económica venezolana). Producto de la nada despreciable
renta petrolera, cientos de miles de venezolanos iban e incluso aún van a
territorio neogranadino a adquirir desde ropa hasta repuestos y alimentos,
también, se hace necesario mencionar, que casi la totalidad del mercado financiero,
es decir de tranza de moneda ha funcionado del lado colombiano, al punto que
mientras en la ciudad de Cúcuta las casas de cambio se cuentan por miles, en
las vecinas San Antonio del Táchira-Ureña no llegaron a funcionar (antes de la
prohibición por parte del Estado venezolano) más de 19 establecimientos de este
tipo. Ello demuestra el dominio casi absoluto no solo en la transa de la
moneda, sino en la colocación del precio de esta, fenómeno que como ya se ha
dicho fue aprovechado por los grupos ligados a la economía delictiva.
Tal situación ha generado que el venezolano
vea como algo normal el tener que llevar bolívares a Cúcuta para cambiarlos a
pesos o incluso para directamente comprar en los establecimientos comerciales
en bolívares a la tasa que ellos colocan y bajo las condiciones que ellos
determinen. Como resultado: inmensas cantidades de bolívares salen a diario
desde territorio venezolano a territorio colombiano, con el agravante que
mientras mayor caída presenta el bolívar, mayores son las cantidades de dinero
que el venezolano debe llevar a Colombia, dando como resultado una inundación
de bolívares en el mercado interno de la ciudad de Cúcuta. Casas de cambio,
locales comerciales y demás establecimientos se abarrotan a diario de bolívares
venezolanos (Es importante acotar que el grueso del consumo de la ciudad de
Cúcuta lo llevan a cabo venezolanos y que recientemente se comenzó a dar un
fenómeno conocido como “cambiazo” en el que grupos ligados a la economía
delictiva pagan entre 5 y 15% vía transacción electrónica por llevar bolívares en
efectivo a Cúcuta).
Ante esta inundación de bolívares y ante la
poca circulación de pesos, se presenta un fenómeno de ley de oferta y demanda: Muchos bolívares hacen que el precio de
éste sea bajo y pocos pesos hacen que el precio de éste sea alto. Si
bien, en la ciudad de Cúcuta se toma en cuenta este fenómeno para determinar el
valor de la moneda venezolana, ello no debe interpretarse como una
“justificación” al valor cada vez más depreciado del bolívar, puesto que su
caracterno deja de ser arbitrario; como ya se dijo, las casas de cambio
colombianas no tienen las facultades para ejercer funciones de Banco Central de
Venezuela por razones más que obvias, sumado a que el mercado financiero en el
Norte de Santander está profundamente distorsionado por factores como el
“cambiazo”, la inundación nada casual de dólares [3] y la presencia amenazante
de grupos armados al margen de la ley.
De igual forma, es perentorio refutar aquella
tesis muy repetida en territorio venezolano y en medios de comunicación que
esgrime que el precio dado al bolívar es producto del capricho de una persona
sentada junto a una computadora. De obtenerse el valor de la moneda venezolana
por un simple capricho y no por medio de un mercado de oferta y demanda, el
bolívar no habría recuperado de manera drástica su valor cuando el propio
Presidente de la República anunció la salida de circulación del billete de 100
bolívares [4], (esta medida que en un inicio fue drástica pero a su vez efectiva
hizo que el bolívar comenzara a escasear en Cúcuta, lo cual mejoró su valor).
Debido al dominio histórico del mercado
financiero por parte de Colombia, se hace más que necesaria la instalación,
progresiva y sistemática de un conjunto de casas de cambio del lado venezolano
que vayan poco a poco generando un contrapeso al dominio ya expuesto y a las
distorsiones antes mencionadas, para ir, en conjunto con otro tipo de medidas
de carácter económico, energético y hasta diplomático, recuperando no solo el
valor del bolívar, sino la soberanía financiera y monetaria, algo que jamás
debimos dejar perder y que costará mucho esfuerzo recuperar.
Algunas tesis y posturas de actores políticos
dan como posible solución el cierre “indefinido” de la frontera o el
rompimiento de relaciones comerciales con Colombia, no obstante, ante esas
hipotéticas acciones, los flujos comerciales continuaran aún con la frontera
cerrada y aún sin relaciones entre ambos gobiernos, pues los lazos económicos,
familiares y sociales no desaparecerán nunca de lapsiquis de los pueblos
fronterizos. Por ello se debe crear una nueva cultura donde el venezolano que
desee dirigirse a la ciudad de Cúcuta cambie con total libertad sus bolívares a
pesos en territorio nacional y así no seguir alimentando al mercado
especulativo nortesantandereano y a las mafias que incrementan su poder
delictivo.
LA TASA DE INTERCAMBIO:
Después del anuncio presidencial surge otra
gran interrogante: ¿A qué tasa de cambio
funcionaran estas casas?.
Es útil recordar que el gobierno nacional
mantiene su política cambiaria de dualidad (DIPRO y DICOM) y que de manera
paralela funcionan otro conjunto de tasas de cambio (dólar Caracas, dólar
Cúcuta, dólar implícito, entre otras) que alteran, en su conjunto, el mercado
financiero no solo con el dólar sino con el peso colombiano.
El gobierno nacional, en concordancia con las
tasas de cambio establecidas de manera oficial e incluso con el discurso de
varios voceros, debería establecer una tasa de cambio en base al dólar DICOM
(tal como lo reconoce el Banco de la República de Colombia), es decir con un
valor del bolívar calculado al día de hoy martes 10 de enero de 2017 en 4,30,
muy por encima de la tasa de cambio establecida en Cúcuta de 0,90 pesos por bolívar,
pero en la práctica y siendo sinceros salir a competir a esta tasa es un
suicidio, por múltiples razones tanto técnicas como económicas: 1.- Habría una
estampida de venezolanos queriendo cruzar la frontera a comprar productos
colombianos que dejarían en un par de horas sin liquidez y en la quiebra a las
casas de cambio. 2.- Se podría fácilmente generar un ”RECADI Fronterizo”, con
cientos o miles de personas cambiando bolívares a pesos en Venezuela y
cambiando esos mismos pesos a bolívares en Cúcuta y viceversa, en una actividad
que dejaría cerca de 500% de utilidad por solo caminar unos metros.
Es por ello y muchas otras razones, que la tasa de cambio más racional, técnica y económicamente
factible para aperturar operaciones, aun estando en la ilegalidad tantas veces
denunciada, es la que tienen estimadas las casas de cambio colombianas, con la
salvedad que podrían ir efectuando una jugada (muy propia del capitalismo por
cierto) de “dumping”, donde se ofrezca una mejor tasa de cambio de entre 0,05 y
0,1 puntos por encima a lo estipulado por Cúcuta (al día de hoy entre 0,95 y 1
peso por bolívar), que cumpla dos funciones específicas: 1.- Ser más atractivas
para el ciudadano venezolano, es decir quitarle clientela e influencia a las
casas de cambio colombianas y 2.- Ir poco a poco subiendo la tasa de cambio
hasta equipararla a niveles de tasa DICOM que como anteriormente dijimos sería
lo teóricamente lógico.
A esta medida de dar apertura a casas de
cambio del lado venezolano para abordar lo financiero, se suma un factor
esencial que sirve para afectar logística y económicamente el inmenso mercado
de la economía delictiva, como lo es la venta de combustibles venezolanos, esta
vez no de manera ilegal sino a través de PDVSA y en moneda colombiana, con ello
además se lograría obtener los pesos necesarios que alimenten las casas de
cambio y las demandas de los compradores venezolanos que se dirijan al vecino
país. No es por lo tanto casualidad que el gobierno nacional haya realizado
estos anuncios casi de manera seguida.
Sin embargo, en una clara muestra de saboteo
y apoyo a la ilegalidad (pero con argumentos soberanos) el gobierno colombiano
decidió “por ahora” no permitir la salida de vehículos colombianos a territorio
venezolano, bloqueando esta importante acción venezolana y dándole (nuevamente)
un espaldarazo a quienes afectan la tranquilidad de 31 millones de venezolanos,
motivo por el cual se debe abordar un tercer elemento fundamental en este
momento: La presión diplomática y el dialogo binacional.
(*) Economista e Investigador.
Sugerencias y comentarios:
@Oscar_forero83
Oscarjforero83@hotmail.com
NOTAS:
[1] Para 2008, según la CEPAL, este flujo comercial
era de 8 mil millones de dólares, para 2016 se estimaba en cerca de 12 mil
millones de dólares, de ellos más de 90% los genera la economía delictiva.
[2] Así lo dice el más reciente informe, de
julio de 2016, de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el delito
(UNODC).
[3] La periodista Madelein García de TELESUR,
difundió hace poco un video en el que un operador cambiario fronterizo apostado
en la ciudad de Cúcuta reconocía que dos personas estaban permanentemente
inyectando millones de dólares a la economía “traídos desde Miami”. Esta
inyección de dólares afecta al bolívar venezolano por el método de cálculo del
bolívar que poseen las casas de cambio.
[4] En tan solo un par de horas el bolívar
duplicó su valor y el dólar paralelo presentó su más drástica caída, por lo
menos en los últimos5 años.
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