Por: Oscar Javier Forero
El Presidente de la República acaba de hacer un
par de anuncios dentro de lo que se ha dado por denominar el Plan de
Recuperación Económica, dicho plan, que requiere de muchas otras acciones para
que sea efectivo, abarca la reconversión monetaria, el inminente cambio en la
política de precios del combustible y el anclaje al petro de: Precios, nuevo
bolívar soberano y salarios.
Pero ¿A
qué se refieren con anclaje?
Básicamente el anclaje monetario consiste en
atar el valor de un bien o servicio, en este caso el salario, los precios y la
moneda, a otro bien de referencia (el petro) que tenga mayor estabilidad que
los anteriores. Si este bien de referencia aumenta de valor, los bienes o
servicios aumentaran, si el bien de referencia pierde valor, los bienes y
servicios disminuirán.
Sobre el tema del anclaje en general han
quedado un sinnúmero de interrogantes que han llevado a que a través de artículos
y redes sociales se propaguen infinidad de informaciones que hablan de una
rápida super-revaluación del bolívar frente al dólar, el peso colombiano y las
demás divisas. Existen infinidad de operaciones, fórmulas y “conjuros”
matemáticas que le han dado diferentes e hipotéticos valores al naciente
bolívar soberano, no obstante el Ejecutivo Nacional, a la fecha, no ha
oficializado método de cálculo alguno. Al contrario de lo que tanto corre como
pólvora, los pasos que ha venido dando el equipo económico van direccionados a
reconocer la tasa del mercado paralelo: La derogación de la ley de ilícitos
cambiarios y el establecimiento de un DICOM para remesas muy próximo a la tasa
“no oficial” (4.010.000,00 Bs x US$) dan fe de ello.
En anteriores oportunidades he mencionado que
una hipotética revalorización del bolívar, más allá del espejismo que ofrezca
la reconversión, no es viable, la tendencia, por largo rato será la
depreciación. Entre otros motivos por tres aspectos fundamentales:
1.- Venezuela a la fecha no posee soberanía
económica, lo cual es muy grave al momento de pretenderse tomar decisiones en
el campo de la política monetaria y cambiaria. Es el equivalente a pretender
manejar un vehículo sin contar con el volante ni los pedales.
2.- Si bien los países son soberanos en
determinar el valor de su moneda nacional, esto no se decreta, sino que
corresponde a una serie de variables que van desde las exportaciones,
importaciones, reservas internacionales, liquidez monetaria, estabilidad
política, entre otras. Un agravante a esta aseveración y que inválida por
completa estas pretensiones es que, como lo dije en el punto anterior,
Venezuela perdió desde hace muchos años su soberanía económica. Es Cúcuta y no
Caracas, son Operadores Cambiarios y no el Banco Central de Venezuela los que
determinan el valor del bolívar con referencia al patrón dólar.
3.- El petro no tiene valor. Más allá del
precio asignado por el Ejecutivo (1 barril de crudo = 1 petro), éste no tendrá
relevancia alguna mientras no circule en la economía. A manera de ejemplo un
trabajador puede colocarle un valor de mil dólares por hora a su fuerza de
trabajo o a su capacidad intelectual, pero mientras no haya ningún comprador
(empleador) dispuesto a cancelar tal cantidad de dinero por los servicios de
esa persona, el costo de contratar al trabajador será simple referencia. Lo
mismo ocurre con el petro: Si no hay compradores dispuestos a aceptar el petro
como forma de pago o si no hay inversionistas dispuestos a pagar cierta
cantidad de dólares por un petro, su valor será una mera referencia. De igual
forma he también mencionado que a nivel interno, dentro de la economía
venezolana, el petro si podría circular y es lo que aparentemente el ejecutivo
nacional ha decidido hacer. La experiencia y el modo de funcionamiento de las
tarjetas y tickets de alimentación son un ejemplo del mecanismo por el cual
podría circular, dentro de nuestras fronteras, la criptomoneda venezolana.
Dentro de los anuncios también se mencionó el
de anclar al petro los precios, sobre este punto queda mucho por aclarar,
primero porque la hiperinflación que azota a Venezuela es atípica (dadas sus
múltiples variables endógenas y exógenas), a eso hay que añadirle que la
colocación de distintos precios a un mismo producto, dependiendo si se paga en
efectivo o por transferencia continuará puesto que el contrabando de billetes
permanecerá intacto, pudiendo incluso aumentar, si tomamos en cuenta que a la
fecha sólo el 0,9% del total de masa monetaria son billetes y, de acuerdo al
Jefe de Estado, van a salir 10 veces más billetes. Por último y no menos
importante, la política de control de precios de la manera tradicional como se
ha desarrollado en los últimos 35 años (desde aquel viernes negro), no ha dado
resultados. La política de precios obliga a efectuar rigurosos procesos de
diagnóstico y planificación, identificando de manera detallada el mercado, su
metabolismo, así como los distintos y enmarañados circuitos, para que de esta
forma no se afecten a los dos agentes más débiles de dicho circuito: Productor
y consumidor.
Podría atreverme a suponer, de acuerdo a lo
poco que se ha dicho, que los precios tendrán que identificarse en bolívares
soberanos y en petros, y que al estar el petro anclado al precio del barril de
petróleo (que se tasa en dólares), estará de manera indirecta anclado al dólar
evitando la depreciación tan súbita que, por lo visto, continuará teniendo el
bolívar. Latinoamérica ha tenido experiencias semejantes: Brasil a mediados de
los años 90 era agobiado por la hiperinflación y progresivamente sacó de
circulación su moneda, el cruceiro, sustituyéndolo por el real brasileño. Cuba
también tiene una experiencia similar con el Peso Cubano Convertible o CUC, que
después del periodo especial ha logrado estabilizar su economía.
El tercer anclaje anunciado es el
correspondiente al salario lo cual a todas luces es de las cosas más urgentes
por atender, dentro de todos los aprietos que amenazan con estallar, en la
economía venezolana. El atar los salarios al petro o a cualquier bien diferente
al bolívar habría evitado la pauperización salarial y todo lo que ello implica:
Deserción laboral, éxodo de venezolanos, fuga de talentos, cierres técnicos,
entre otras.
Recientemente el economista Ingerzon Freites
mencionaba que “de haberse anclado el
salario mínimo de agosto de 2017 al cartón de huevos, donde se podían adquirir
276 unidades, el salario mínimo actual debería ser de 64 millones de bolívares”,
este dato da una muestra de lo que se puede hacer anclando el salario de los
trabajadores a cualquier bien monetario o de consumo.
El anclaje va a evitar que la hiperinflación,
siga absorbiendo el ingreso de los trabajadores, pues por primera vez el
aumento del dólar, aun cuando influirá en el bolívar, no afectará a la clase
trabajadora. Esto nos debe conducir a progresivamente recuperar los salarios
que, hasta hace unos años, tenía la clase trabajadora venezolana. Es evidente
que la recuperación salarial va a llevar tiempo, sin embargo es un paso
significativo que el ejecutivo reconozca un clamor nacional y tome medidas
positivas, que van más allá del tradicional aumento salarial, que a pocas horas
de anunciado ya ha sido expoliado por la estampida de precios.
Este anclaje salarial, impactará duramente en
los más pequeños del sector privado que contratan una importantísima cantidad
de trabajadores, por ello se requiere que desde ya el gobierno nacional cree
algunos mecanismos que ayuden a los pequeños y medianos empresarios e
industriales, a evitar que queden sin liquidez y caigan en banca rota, pues
varios de ellos están resistiendo a los embates de la crisis para lograr mantenerse
en el mercado y sortear, con algo de suerte, la reposición de mercancías.
os espero que vuestra politica propia de politicos ineficaces no lleve a vuestra venezuela a un nuevo debacle social estimado oscar, muy buena redaccion en tus topics, gracias por compartir lectura informativa, mi sitio personal es https://freezl.es/ gracias por el espacio y feliz año
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