Por:
Oscar Javier Forero (*)
La
Organización de Estados Americanos (OEA) ha puesto todo su empeño,
su agenda y sus recursos para dedicarse a tratar el tema venezolano.
La figura del Secretario General Luis Almagro ha encabezado los
ataques contra la patria de Bolívar, infinidad de declaraciones,
tuits y demás opiniones de este personaje llenan a diario la
mediática internacional; a esta acción se han venido paulatinamente
sumando Jefes de Estado, Cancilleres, Embajadores, políticos de
renombre, reconocidos periodistas y hasta artistas, en una especie de
“moda” que cada vez cobra más fuerza e intensidad. Hablar
mal de Venezuela es una especie de requisito, de condición sine
qua non para mantenerse en ese status quo llamado mass
media.
La
impresión que a simple vista se percibe, al colocar cualquier canal
de noticias internacional o revisar algún medio de comunicación
electrónico, es que el único país con crisis social a nivel
latinoamericano y hasta mundial es
Venezuela; la
invocación de la “Carta Democrática Interamericana” es
pan nuestro de cada día y los discursos de mandatarios (algunos
hasta del ALBA) se han venido radicalizando: De la apuesta por el
dialogo y el entendimiento a las acusaciones y la búsqueda de
reacciones que generen el rompimiento de relaciones diplomáticas.
El
panorama se asemeja mucho a la Cuba de 1962, con una OEA encabezando
los ataques y con multiplicidad de países atacando, irrespetando la
autodeterminación, generando hostilidad, rompiendo relaciones y
hasta promoviendo la intervención militar extranjera como forma de
reprimir a ese que tuvo el atrevimiento de “portarse mal”
con el capital transnacional.
Es
evidente que el trato hacia los demás países del continente no es
el mismo que hacia Venezuela, pareciera que la supuesta indignación
por la falta de libertades y la preocupación por la restricción de
la democracia es aplicable solo en
nuestro caso,
pues las aberraciones que a diario ocurren en los demás países del
continente americano en contra de los pueblos no gozan de la atención
de la OEA y de su Secretario General, con el agravante de que la
Organización de Estados Americanos en vez de buscarle soluciones
dialogadas al conflicto lo que ha hecho es atizar las brasas que
atentan contra la tranquilidad de la patria, llegando al extremo de
suplir de manera descarada y rastrera a los grupos de oposición
venezolanos.
La
indiferencia de la OEA, Jefes de Estado, Cancilleres, Embajadores,
políticos de renombre, reconocidos periodistas y hasta artistas por
las constantes alteraciones al orden constitucional, social y
económico que ocurre en los demás países del continente se debe a
una clara razón: Son naciones que no se han salido de los
“limites” permitidos por la estrategia geopolítica del
imperialismo estadounidense.
Por
esta y muchas otras razones, como por ejemplo ser permisivo con la
instalación de bases norteamericanas, colaborar con la llegada
constante y oportuna de repletos cargamentos de droga o gastar
miles de millones de dólares en la compra de armas sobre todo si son
fabricadas en Israel o en los Estados Unidos, es que la OEA y la
“comunidad internacional” no mueven un dedo ante la
escalada de acciones antipopulares que vienen beneficiando a unos
pocos en detrimento de las mayorías.
De
ofrecerse un trato igualitario y equitativo como debería de ocurrir,
la OEA no solo debería estar atenta de Venezuela, sino de un sin fin
de países que en los últimos años, por solo rememorar acciones
recientes, han dado motivos para generar alertas internacionales que
habrían salvado miles de víctimas producto del terrorismo de
Estado, golpes parlamentarios y demás atentados contra la vida de
los pueblos, veamos:
ANTIGUA
Y BARBUDA: Paraíso fiscal que se dedica a lavar dineros
provenientes de actividades ilícitas, principalmente narcotráfico,
venta de armas, corrupción y evasión de impuestos, entre otros.
Posee una estructura financiera y jurídica que entre otras cosas
garantiza el secreto bancario lo cual perjudica económicamente a
nuestros pueblos que se empobrecen en la misma medida que los
ladrones de cuello blanco de enriquecen.
ARGENTINA:
El revanchismo político se ha vuelto costumbre en este país desde
la llegada al poder del empresario Mauricio Macri, quien superó
la penosa cifra de 150.000 trabajadores despedidos de la
administración pública. Protestas y cacerolazos han inundado
las calles de las principales ciudades, sin embargo la OEA calla.
BAHAMAS:
La reconocida organización internacional OXFAM calificó en su
más reciente informe a las Bahamas como el 11° paraíso fiscal del
mundo, en su informe señala que: El
sistema fiscal para empresas en Bahamas se resume en una palabra:
cero. (0%
en el impuesto de sociedades y 0% sobre los dividendos o los
royalties).
BARBADOS:
Otro
paraíso fiscal, calificado
por OXFAM como el número 13 en el mundo, donde “gracias
a sus bajos tipos impositivos y sus incentivos fiscales, se ha
convertido también en el paraíso dorado de varias multinacionales”.
BELICE:
El Estado de Belice es una monarquía constitucional, donde la
Reina de Inglaterra está por encima de las leyes y del pueblo de
manera vitalicia. La OEA jamas ha solicitado la aplicación de la
Carta DEMOCRATICA Interamericana para este país.
BRASIL:
La República Federativa de Brasil sufrió hace un par de meses
un golpe parlamentario en el cual se destituyó de su cargo
legitimo a la Presidenta Dilma Russef, instalándose de facto un
gobierno liderado por Michele Temer. Las protestas, así como la
represión contra los movimientos sociales han venido en aumento, no
obstante la OEA brilló por su ausencia.
CHILE:
La lucha de los movimientos estudiantiles por lograr la gratuidad
de la educación y la reforma del sistema educativo (heredado de la
dictadura de Pinochet) trajo como consecuencia una cruenta represión
que en nada llamó la atención de la OEA.
COLOMBIA:
En el año 2006 salió a la luz pública la alianza de hecho que
existía entre el paramilitarismo y los principales partidos
políticos, en especial el del Presidente de ese momento Álvaro
Uribe Vélez (señalado por infinidad de informes como máximo jefe
de las AUC), en total más de 26 senadores y 17 congresistas fueron
condenados por pertenecer a grupos paramilitares, así como
Ministros, Gobernadores, Alcaldes y hasta periodistas. El Jefe
Paramilitar de ese momento Salvatore Mancuso llegó a afirmar de
manera cínica que las AUC “dominaban el 35% del
Congreso de la República”.
A
finales de 2008 estalló en este país un escandalo de proporciones
gigantes: Más de 5mil personas fueron asesinadas de manera
extrajudicial por miembros de la fuerza pública para hacerlos pasar
por guerrilleros caídos en combate y así cobrar onerosas
recompensas.
Entre
2009 y 2014 se asesinaron 7 periodistas y otros 886 fueron amenazados
de muerte en el mismo período de tiempo.
Entre
211 y 2015 fueron asesinados 105 lideres sindicales, muchos de
ellos por el propio Estado colombiano.
Entre
2002 y 2016 fueron asesinados 558 lideres sociales, también
muchos de ellos asesinados por el propio Estado.
Por
último y por solo mencionar algunas cifras, en lo que va de año, y
en especial desde la desmovilización de las FARC se han asesinado
más de 30 dirigentes del movimiento social Marcha Patriótica
y otros 400 han sufrido atentados o amenazas contra su vida.
En
ninguno de estos casos, ni en las demás acciones que demuestran que
Colombia es desde hace muchos años un Estado Fallido que pone en
practica el terrorismo como política de Estado, la OEA se ha
pronunciado.
ESTADOS
UNIDOS: El
artículo N° 03
de la Carta
Democratica de la OEA establece que: “Son
elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el
respeto a los derechos humanos
y las libertades fundamentales”.
Además de que los
Estados Unidos no son
ni siquiera una democracia representativa, pues tan solo 538 personas
eligen al Presidente de ese país
(el 0,0002% de la
población), también representan una amenaza no solo para el
continente sino para el planeta entero: Guerras,
robo descarado de riquezas, invasiones, hambre, drogas y desolación
son sinónimo de los EE.UU, no obstante la OEA jamas ha dedicado una
sola asamblea a tratar el tema.
MÉXICO:
“Pobre México, tan
lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos”,
esta frase que se le atribuye al Gnral Porfirio Díaz, resume la
situación que padecen los más de 55 millones de pobres que sufren
día a día los embates de un narco Estado que ha sido creado para
satisfacer las demandas
de consumo de su vecino norteamericano.
En
el año 2014 ocurrió un hecho que da muestras del grado de
descomposición de la institucionalidad mexicana: 43 estudiantes
fueron retenidos de manera ilegal y entregados a cárteles
del narcotráfico para su posterior asesinato.
Otro
hecho más que obligante para la intervención de la OEA es el
descubrimiento de cada vez más fosas comunes: A
la fecha se han
exhumado más de 10 mil cuerpos y
se desconoce a ciencia cierta cuantos cadáveres más se encontraran.
PERÚ:
Un país con un grave
problema de institucionalidad: Corrupción, narcotráfico y
terrorismo de Estado se entremezclan en una elite política.
Recientemente, con el escandalo de Odebretch tres
Expresidentes junto al Presidente en ejercicio,
Senadores, Excandidatos Presidenciales y Ministros se vieron acusados
por sobornos. Así como
con Colombia y México, Perú forma el tridente de Estados fallidos
de Latinoamerica sin que la OEA se haya percatado de ello.
PARAGUAY:
La nación Guaraní sufrió
en 2012 un golpe parlamentario muy semejante al ocurrido en Brasil,
hubo represión, muertos, alteración del hilo constitucional e
irrespeto a la voluntad del pueblo, su Presidente Fernando Lugo fue
destituido con la anuencia de la mayoría dentro de la OEA.
Más
recientemente se han generado nuevas violaciones a los derechos
humanos y políticos del pueblo paraguayo donde abunda el clima de
ingobernabilidad producto de la corrupción. Pese a la conflictiva
situación la OEA y los medios de comunicación no tratan el asunto.
Solo
los pueblos saben la cantidad de muertos, desaparecidos, torturados,
exiliados e invisibilizados que la OEA ha podido evitar si presentara
el mismo interés que aparenta en Venezuela. La estrategia
geopolítica del imperio va destinada a recuperar los espacios
pérdidos desde la llegada al poder de la Revolución Bolivariana,
por eso necesitan enterrarla, pero para ello deben aislarla e
intervenirla incluso militarmente si les fuera necesario. Naciones no
mencionadas aquí, empecinadas en atacar a Venezuela como Honduras y
Panamá presentan conflictos políticos, económicos
y sociales que pretenden
ocultar bajo el manto que genera la adhesión rastrera a las
directrices del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Sin
embargo la verdad prevalecerá, la lucha de los pueblos continuará y
como recientemente lo dijo Evo Morales “Una
OEA sumisa a EE.UU se extinguirá”.
(*)
Economista e Investigador.
Twitter:
@Oscar_forero83