Por: Oscar Javier Forero
Quienes habitamos la República Bolivariana de
Venezuela entendemos de primera mano que “la
paz de Colombia es la paz de Venezuela”, por eso, desde estas tierras se
han hecho innumerables gestiones, para dar inicio a diversos procesos de paz o
a conversaciones que conlleven bien sea a reducir el conflicto o a liberar
secuestrados por parte de grupos al margen de la ley.
La postura venezolana de coadyuvar en el fin
del conflicto interno colombiano ha sido histórica, sin embargo es perentorio
destacar que fue durante los años de gobierno del Presidente Hugo Chávez cuando
más avances y esfuerzos hubo al respecto, las gestiones llevadas a cabo en el
gobierno bolivariano fueron el punto de partida del proceso de pacificación de
las FARC, así se quiera ignorar esta realidad por el ahora hostil gobierno de
Juan Manuel Santos y por la propia oligarquía colombiana.
Esta postura pacifista se debe a que Venezuela
ha sido receptora de buena parte de los problemas que han aquejado a la
sociedad colombiana producto del conflicto armado. De acuerdo a datos oficiales
del Instituto Nacional de Estadística venezolano (censo 2011), el número de extranjeros
en el país era de 1,03 millones, de ellos el 70% provienen de Colombia, es
decir 721.791 personas. Dicha cifra podría ser superior producto del ingreso
continuo de desplazados sin ningún tipo de registro migratorio, reportes de la
ACNUR dan fe de por lo menos 173.529 colombianos con necesidad de protección en
Venezuela para 2014.
El auge del éxodo de negranadinos a tierras
venezolanas concuerda a plenitud con el incremento del conflicto armado
colombiano: De acuerdo a un artículo publicado por Alcides Gómez Jiménez en el
Espectador, “el gran salto de la
emigración de colombianos a Venezuela se dio en la década del setenta del siglo
pasado, cuando de 180.100 en el censo de 1971, se pasó a 508.200 en el censo de
1981, para en adelante estabilizarse: 529.900 en 1990, 608.700 en 2001 y
721.800 en el censo de 2011”.
El ingreso desmedido de personas huyendo de la
violencia generó un sinfín de inconvenientes a lo interno de la sociedad
venezolana: Crecimiento de los cinturones de miseria alrededor de las grandes
ciudades, aparición de actividades delictivas desconocidas hasta finales de la
década del 70 como extorsión, secuestro y sicariato, pérdida de soberanía por
parte de grupos al margen de la ley e incremento en los niveles de pobreza.
Contrario a lo que se cree, la ola de
inmigrantes colombianos continúa. Recientemente municipios fronterizos como
García Hevia en el estado Táchira y Jesus Maria Semprum en el estado Zulia han
recibido de manera permanente refugiados producto de la agudización del
conflicto en la zona del Catatumbo colombiano. Dada la violación de los
acuerdos firmados en La Habana entre el gobierno y las FARC muy seguramente el
ingreso de campesinos y activistas políticos huyendo continúe, aún con la
compleja situación venezolana. No es para
menos, es preferible resistir los embates de la economía venezolana que perecer
a manos del terrorismo de Estado colombiano.
Actualmente Venezuela vive la peor crisis
económica, política y social de su historia, que amenaza con profundizarse a
niveles, hasta ahora inimaginables. Si bien la crisis tiene un carácter
estructural, dado el petro Estado instalado desde finales de la década de los
30 del siglo pasado, la República de Colombia ha jugado un importantísimo papel
en la profundización de la misma.
Pocas veces del lado colombiano se reconoce que
existe una permanente y nociva violación de la soberanía económica venezolana producto
de la creación de un Banco Central paralelo que, con la complicidad del Estado,
determina de manera arbitraria el valor del bolívar venezolano, sin olvidar que
la estatal Petróleos de Venezuela pierde por lo menos 12 mil millones de
dólares anuales por concepto de subsidios al combustible, subsidio que, en
buena parte, va a engrosar las cuentas de robustos grupos de poder que surten
de combustible no sólo el parque automotor de departamentos como Norte de
Santander, Guajira y Arauca, sino que también proporciona la gasolina para el
procesamiento de la hoja de coca en el Catatumbo, la segunda mayor zona
productora de cocaína en el mundo, de acuerdo a la Oficina de las Naciones
Unidos Contra la Droga y el Delito.
Ante todo esto, hay algo que no se quiere ver: La
llegada desmedida de productos venezolanos está generando una especie de
reflujo que, de no controlarse, generará un shock en el aparato económico
colombiano volviéndolo estéril y malicioso. A la fecha ya son varios los
sectores económicos golpeados por el contrabando, veamos:
La Federación de Ganaderos (Fedegan) ha
denunciado las pérdidas del sector producto del contrabando de queso, leche y
carne venezolana, ciudades como Cúcuta que requieren de 400 animales/día para
alimentar a su población están sacrificando no más de 70 reses, semejante
situación padece el gremio ganadero de departamentos como Cesar, Guajira,
Atlántico, Magdalena, Santander y Bolívar. El gremio cafetero ha alertado de la
presencia de café de contrabando “hasta
en departamentos como Antioquia”, lo cual perjudica no sólo la producción
sino la calidad de la misma debido a la falta de controles fitosanitarios.
El sector calzado, textil y marroquinero
reporta el ingreso de más de un billón de pesos en prendas traídas de
contrabando. La Asociación Colombiana de Gas Licuado no se queda atrás,
denuncia pérdidas superiores a los 100.000 millones de pesos producto de
llenaderos clandestinos cercanos a la frontera con Venezuela. En general, sectores
estratégicos y que emplean buena parte de la mano de obra del país como construcción
y producción agrícola, entre otros, dejan de recibir por lo menos 6 mil
millones de dólares.
De continuar este panorama de violación de la
soberanía venezolana, habrá un colapso no sólo económico sino social con
implicaciones muy complejas que desde ya se comienzan a percibir. Es más que
evidente que el Estado colombiano no cuenta con la capacidad de atender a la
totalidad de sus conciudadanos en temas como salud, educación, trabajo digno o
vivienda. No en vano es el octavo país más desigual del mundo y el segundo en
número de refugiados internos, sólo superado por Siria.
Tal panorama exige el desechar las posturas
intervencionistas y profundizadoras de los conflictos que padecen cada uno de
los países. Las posturas chauvinistas, patrioteras y de vernos como enemigos
están de más. Si en Colombia la violencia y la guerra continúan, Venezuela se
verá impactada, si en Venezuela se profundiza la crisis económica Colombia
también sufrirá alteraciones, en pocas palabras “La paz de Colombia es la paz
de Venezuela y la estabilidad económica de Venezuela es la estabilidad
económica de Colombia”.
No tenemos opción alterna a la unión, pareciera
que la providencia se encargó de enraizar nuestros caminos. Por algo el
Libertador Simón Bolívar vislumbró que “La
unión de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres sino inexorable
decreto del destino”.
Publicado Originalmente bajo el título "La
estabilidad económica de Venezuela es la estabilidad económica de Colombia", en la Edición N° 140 de Periferia, Prensa Alternativa.
Gracias por información. También encuentro los artículos interesantes de esta tématíca en este sitio www.economiadenoticias.com
ResponderBorrar