Por:
Oscar Javier Forero (*)
Venezuela viene
atravesando una compleja y multidiversa crisis que se acompaña entre
otras variables de una feroz inflación. Este proceso continuo de
incremento en los precios es, conforme a la estructura económica
capitalista que aún se mantiene, duramente perjudicial para la clase
asalariada y altamente beneficiosa para los dueños del capital, pues
repolariza progresivamente la riqueza que en años de Revolución se
había venido socializando.
A grosso
modo podríamos decir que desde la instauración del petro Estado
a inicios del siglo XX la economía venezolana ha venido presentando
un escenario en el cual ha prevalecido la inflación, dada su
estructura importadora, su industria estéril y el alto nivel de
consumo tanto del Estado como de sus ciudadanos producto de la renta
petrolera.
Desde mediados
de la década 70 del siglo pasado y a raíz de la guerra
árabe-israelí, que derivó en un aumento jamas visto para la fecha
en los precios del petroleo, apareció en Venezuela lo que se conoce
como inflación de dos dígitos, es decir por encima de los 10 puntos
porcentuales por año, tal panorama se mantuvo de manera casi
permanente hasta nuestros días. No obstante, en los últimos cuatro
períodos fiscales el incremento generalizado de precios en bienes y
servicios ha venido acelerando su dinámica histórica. De manera
rápida y vertiginosa ésta ha pasado a los limites de la
hiperinflación, suceso sólo registrado por la historia
contemporánea venezolana durante el gobierno del ya fallecido
expresidente Rafael Caldera.
Para esta
ocasión la amenaza hiperinflacionaria se presenta de una forma mucho
más agresiva a
la presentada en 1994, alimentada ya no por una crisis
bancaria sino por una serie de distorsiones que nacen de variables de
carácter endógeno y exógeno, a la vez con multiplicidad de
orígenes. Los errores del propio Estado-Gobierno y la influencia de
agentes que regularmente no tendrían ningún dominio, pero que en el
escenario venezolano actual han gozado de una gran cobertura
mediática y política por parte de factores hegemónicos que buscan
por la vía de la presión económica derrocar al gobierno
bolivariano, tal como hace poco lo reconoció el propio Presidente de
los Estados Unidos y lo han venido replicando cada vez con mayor
franqueza y sin ningún tipo de rubor, factores opositores
venezolanos.
¿Cuándo se
detendrá la inflación?.
Para responder
esta pregunta tan pregonada por la heterogeneidad de la sociedad, es
necesario primero y antes que nada conceptualizar la inflación,
pudiéndose definir como el proceso mediante el cual ocurre un
aumento continuo de precios dentro de un tiempo determinado,
requiriéndose pagar una mayor cantidad de dinero por un mismo
producto, para Keynes, quien define la inflación desde la su origen
comúnmente más aceptado (exceso de liquidez) es “la oferta de
medios de pago (dinero y crédito) superior a la oferta de bienes”.
Por su parte la
hiperinflación generalmente se define como el proceso mediante el
cual ocurre un aumento de precios superior al 100% anual, para otros
la aceptación del concepto se da a partir de incrementos de precios
superiores al 50% mensual. En el primer caso la realidad venezolana
ha superado con creces esta aseveración: Durante 2016 la inflación
anualizada reportada por el propio Banco Central de Venezuela (BCV)
al Fondo Monetario Internacional (FMI) ascendió a 274%, otros
reportes no oficiales la ubicaron hasta en 800%; no obstante no se
puede afirmar lo mismo en el segundo caso, pues se carece de
información oficial o por lo menos fiable que asegure que la
economía venezolana ya superó la barrera de 50% mensual;
estimaciones del propio FMI para el año 2017 sitúan el alza por el
orden de los 720% anual, por su parte la Asamblea Nacional de mayoría
opositora registró (con métodos desconocidos y por ende no fiables)
una inflación acumulada de 176% durante el primer semestre de 2017,
de igual forma la firma Torino Capital acaba de publicar un estudio
en el cual estima una inflación que cerrará en 1028%.
En todo caso lo
que si se puede afirmar es que el proceso inflacionario que
actualmente sufre Venezuela es ciertamente más agresivo y complejo
que el ocurrido en 1994, a su vez es importante sincerar que dicha
evolución se encuentra aún en ascenso, es decir aún no ha llegado
a su punto de mayor afectación el cual podría ocurrir entre 2019 y
2021 según algunas previsiones y según el nivel de reacción que
tenga el Gobierno Bolivariano influenciado probablemente por la
presión de la propia base chavista. Tan sólo para 2018 las
previsiones inflacionarias se estiman en 2068% de acuerdo al Fondo
Monetario y 5500% si tomamos en cuenta las estimaciones de la propia
Torino Capital.
Tanto
organismos internacionales como firmas de inversión coinciden en que
el panorama que se avecina para nuestra economía es altamente
sombrío y oscuro; Es evidente que el laisse faire, laissez passer
puesto en practica por parte del BCV le ha hecho un daño terrible al
país con coletazos muy fuertes que afectarán años venideros. A eso
debemos sumarle la aparición de distorsiones, cada vez más
complejas y nefastas, producto de no haber tomado decisiones a tiempo
que si bien iban a tener un costo político permitirían haber
remediado a de manera prudente un problema que ha convertido la
economía venezolana en un verdadero Frankenstein.
Que
un cartón de huevos permanezca de manera burlesca regulado por una
providencia en 420 Bs, y que en la realidad, es decir en el día a
día, cueste lo mismo que una gandola cargada
con 36 mil litros de combustible es
muestra que desde hace tiempo debieron tomarse decisiones en dos
áreas fundamentales: Los controles de precios y los subsidios
directos generalizados.
La velocidad de
la espiral inflacionaria venezolana ha venido en aumento, los precios
suben con mayor celeridad y lo que hasta ayer era inimaginable hoy es
una realidad. La expectativa al incremento de precios hace que el
ciclo inflacionario no presente tendencia al equilibrio y que por el
contrario haya la necesidad de “comprar lo más rápido que se
pueda”, a su vez el gobierno se ve urgido por sacar a la calle
más dinero para satisfacer la demanda de efectivo, cumplir
compromisos y mantener el consumo propio, este descontrol arrastra la
espiral hasta valores aún no vistos en nuestro país pero que ya se
comienzan a percibir. Evidentemente se tendrá que volver a hacer una
nueva reconversión monetaria en el mediano plazo, a lo mejor muy
semejante a la de Brasil, en la que en total se eliminaron 12 ceros a
la moneda.
La espiral
inflacionaria:
La inflación
que se puede calificar como “tradicional”, mantenía un
comportamiento (con contadas excepciones como la de 1994) de
presentar incremento generalizado en los precios de manera trimestral
o incluso cuatrimestral. Es una costumbre dentro del enorme entramado
de circuitos de comercialización de bienes y servicios, generar
aumentos de manera especulativa (muchas veces sin presentarse
alteraciones en los costos de producción) que influían de manera
directa en los niveles de inflación, esta dinámica iniciaba
conforme al calendario en el mes de marzo-mayo, posteriormente los
precios nuevamente se modificaban en el período de vacaciones
julio-agosto y por último los bienes y servicios presentaban una
nueva brusca y tercera alteración en el período
noviembre-diciembre, esta vez alimentado por el aumento de la
liquidez y el consumo propio de la temporada decembrina.
Desde inicios
de 2013 esta dinámica cambió, la inflación pasó a ser bimensual,
tal vez acelerada por la nefasta devaluación que se efectuó en
febrero de ese año donde el dólar oficial pasó de 4,3 a 6,3
bolívares mientras el paralelo se encontraba medianamente estable en
22 bolívares, es importante mencionar que tal devaluación se llevó
a cabo como una orden de Chávez días antes de que el Comandante
falleciera, lo cual pone en duda de que efectivamente haya sido el
propio Chávez convaleciente quien autorizó esta impopular decisión.
A partir de esta situación que particularmente defino como el punto
de quiebre que nos condujo a la crisis actual, la inflación en
Venezuela se salió de las manos sin que a la fecha haya sido posible
encarrilarla de nuevo a su normal metabolismo.
Posteriormente
y durante inicios de 2015-mediados de 2016, los precios comenzaron a
remarcarse de manera mensual, durante esta época se debieron tomar
algunas decisiones que pudieron haber neutralizado la velocidad de la
espiral inflacionaria, sin embargo se cayó en la inacción casi
absoluta, probablemente esperando que la mano invisible del mercado
corrigiera las distorsiones.
Ya para
mediados de 2016 y el primer cuatrimestre de 2017, los precios
empezaron a aumentar de manera quincenal, es importante que desde
agosto de 2016 el ejecutivo nacional comenzó a efectuar incrementos
salariales de manera mas periódica, sin embargo la ola especulativa
ya se había alejado lo suficiente como para hacer trizas el ingreso
del trabajador.
Conforme
llegaba el segundo trimestre del año también se volvía a acelerar
la espiral inflacionaria, ya no con incrementos quincenales sino de
una forma más agresiva, es decir con aumentos semanales que como ya
se dijo han venido generando mayor temor y expectativa en la
población, motivando a la aceleración de la espiral.
Para la fecha
los bienes y servicios privados aumentan de forma cada vez más
rápida, la espiral conduce a los precios a incrementarse cada dos o
tres días. Las acciones que se anuncian no son suficientes para
detener esta iracunda escalada que ataca de manera directa el
bolsillo del trabajador. Ya hay incluso algunos bienes y servicios
que se están incrementando de manera diaria y la tendencia es a que
el conjunto de la economía venezolana comience a sufrir de alzas de
precios, no es alocado pensar que de continuar esta tendencia los
precios comiencen a variar incluso por horas, escenario que podría
verse para mediados de 2018.
A pesar de este
sombrío escenario la situación para los asalariados podría ser
peor, en infinidad de países este tipo de crisis han sido
“solucionadas” bajo la receta neoliberal: Reduciendo el
gasto público, vendiendo la soberanía económica a través de
prestamos impagables y disminuyendo el salario de los trabajadores.
Recientemente en Grecia, por solo hacer mención a un caso, el
salario mínimo fue duramente rebajado, la edad para pensionarse
incrementada y las contrataciones colectivas se suspendieron hasta
2019.
En Venezuela a
pesar de la crisis el ejecutivo nacional ha realizado una serie de
esfuerzos que generan una especie de colchón para el bolsillo y el
estomago de millones de personas. Desde crear mecanismos de
distribución de alimentos o de útiles escolares, hasta incrementar
permanentemente los salarios ha hecho que la crisis venezolana no sea
tan dramática como lo pudo haber sido o como ha sido en países que
han aplicado al pie de la letra la receta neoliberal. Estas medidas
que ha tomado el ejecutivo no alivian el problema, menos cuando se
toman de manera aislada como el caso del salario, pero si representan
una gran ayuda para las clases más vulnerables al fenómeno
presente.
No obstante el
riesgo de caer en la catástrofe económica permanece intacto, lo
cual obliga a cambiar el modo y la forma de manejar la crisis.
Actualmente el gobierno tiene tres opciones básicas: 1.- Volver a la
inacción absoluta de 2014-2016, dejando al mercado la “regulación”
y “estabilización” del mismo con consecuencias muy
nocivas para el país. 2.- Continuar aplicando medidas de carácter
reaccionario que a pesar que no atacan el problema si minimizan en el
corto plazo la crisis. 3.- Atacar de manera seria la corrupción, no
se concibe que quienes trabajan en la economía delictiva lo hagan
con todas las facilidades del caso, corregir las distorsiones creadas
por el propio gobierno bien sea por permisividad o error y atacar de
manera eficiente las distorsiones no creadas por el gobierno pero que
alimentan la crisis.
La última
opción representa un alto costo político que tarde o temprano el
gobierno tendrá que pagar motivo de los errores y la inacción
permanente, no obstante es el único camino que podría evitar o por
lo menos disminuir los efectos dañinos de la actual inflación y de
la posterior hiperinflación que ya comenzamos a pisar, además de
ser la única herramienta que podría mantener en el tiempo las
condiciones mínimas que reclaman los sectores populares, donde el
chavismo tiene mayor arraigo y apoyo.
Economista e
investigador
@Oscar_forero83
Oscarjforero83@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario