La inocultable y grave crisis económica, social, política y
de gobernabilidad en la República Bolivariana de Venezuela requiere una
solución basada en la unidad y mutua colaboración de nuestros pueblos.
Yo, sin saber mucho de política, pero abierto a todas las alternativas
pacíficas y de unidad, creo que la propuesta swinger puede ser una buena
experiencia.
Los encuentros swinger son una revolucionaria práctica que
se empezó a popularizar en la década de los 70s. Se trata básicamente de
encuentros casuales o programados entre parejas (o grupos) para hacer
intercambios de pareja y tener algún tipo de relación sexual (pueden ser
desde simplemente observar a otra pareja teniendo relaciones hasta una
relación sexual colectiva). Estas experiencias, si son de mutuo acuerdo
(como debe ser) fortalecen (en la mayoría de los casos) las relaciones
establecidas con la pareja permanente y estrechan los lazos de amistad
entre los participantes. No se trata de tener relaciones paralelas o
varias parejas, pues los intercambios son puntuales y definidos para un
determinado espacio-tiempo. Lo que propongo es algo similar. Pequeños,
francos, inocentes, enrriquecedores y satisfactorios intercambios
puntuales entre nuestras diversas expresiones y personalidades políticas
de Colombia y Venezuela.
Según parece, en Venezuela el problema es el presidente
Maduro, pues la principal consigna de la oposición es que él debe salir
de Miraflores, ¡pero ya! El tipo baila mientras el país está en crisis,
hace cadenas aburridas e interminables de obligatoria transmisión por
radio y televisión en las que no dice nada nuevo. En Cambio el
presidente Santos habla muy poco y dice cosas muy puntuales en sus
cadenas. Podríamos empezar el intercambio, por ejemplo con los jefes de
Estado.
¿Qué tal si por una semana o dos intercambiamos
presidentes? Que en Miraflores, en vez de un autobusero esté un Nobel de
Paz y que en la Casa de Nariño en vez de un delfín esté (aunque sea por
una vez) un hombre salido del pueblo
Empecemos imaginando qué haría el Nobel. Como parece ser la
regla ahora, el Nobel de Paz se dedicaría a hacer la guerra para
mantener la paz… así, Santos, desde Miraflores lanzaría su grito de
guerra (¿o de paz?): “…no vamos a tolerar que los desmanes de unos
desadaptados afecten la tranquilidad y mucho menos que queden impunes”,
militarizaría Caracas con 50.000 (cincuenta mil) efectivos del ejército
para repeler contundentemente las manifestaciones de la oposición, tal y
como lo hizo el 30 de agosto de 2013 en el marco del Paro Nacional
Agrario (el mismo que según él no existía).
Mandaría al ESMAD a controlar cualquier asomo de
manifestación pública de masas en su contra y metería preso a cuanto
terrorista se deje capturar en flagrancia; y para los que logren
evadirse: allanamientos sin orden judicial, tal y como lo contempla el
nuevo Código de Policía de Colombia. La policía estaría en libertad de
repeler las protestas con armas letales y accionarlas sin previo aviso
contra cualquier ciudadano, podría golpear periodistas que cubran las
golpizas que le propinen a quien se deje agarrar. Obviamente los presos
estarían sometidos a régimen penitenciario especial, hacinados, sin
servicios de salud óptimos y sin comunicación con el exterior. O
¿Cuántos de los más de nueve mil quinientos (9.500) Presos Políticos y
Prisioneros de Guerra que hay en Colombia están tan gordos y sanos como
Leopoldo López, o se la pasan mandando mensajes por Tuiter?
Otra cosa que seguramente haría Santos sería atacar a sus
enemigos en suelo extranjero. Así, infiltraría agentes de inteligencia y
mandaría un ataque sobre seguro con bombardeos aéreos contra los
campamentos de paramilitares que, desde Colombia, participan en el
proceso de desestabilización de Venezuela. Esto lo haría, obviamente sin
consulta, acuerdo o autorización del presidente del país hermano, tal
como lo hizo cuando atacó tierra ecuatoriana para dar de baja a Raúl
Reyes en 2008, (como buen Nobel de Paz, aunque cuando lo hizo era apenas
Ministro de la Defensa y cumplía órdenes de su comandante en jefe
Álvaro Uribe Vélez).
En materia económica, privatizaría todo lo que pueda
durante su mandato (por eso los encuentros swinger tienen un espacio
definido en el tiempo, para evitar abusos de confianza y otros
inconvenientes). Empezaría por entregar la explotación del petróleo
venezolano a las transnacionales. Impulsaría la utilización de las
mejores tierras para la gran agroindustria (biocombustible) en vez de
sembrar comida. Haría de la salud, la educación, las telecomunicaciones y
demás servicios públicos un gran negocio donde se cobrarían tarifas
impagables a todo el que quiera acceder a cualquier derecho en esta
materia. Así, ya la gente no moriría por falta de medicinas, sino por
falta de atención, tal y como ocurre en Colombia cuando dejan morir a
los enfermos en la puerta de clínicas y hospitales si no están afiliados
a una EPS o no tienen plata (porque eso es más humano y democrático).
Aumentaría la edad y las semanas de cotización para pensionarse.
Favorecería la producción a gran escala en cabeza de unos pocos para
arruinar al pequeño productor y fortalecer el negocio de importación. En
esto último no cambiarían las cosas fundamentalmente, pero es que los
encuentros swinger tampoco son para hacer solamente cosas fuera de lo
común y desconocidas en la relación estable.
Para finalizar Santos pactaría con la oposición un acuerdo
político para terminar la confrontación, garantizar participación
política en la vida nacional, liberar a los presos, hacer algunas
reformas y simplemente no cumpliría, como hizo con los campesinos en
2013 y está haciendo ahora con las FARC-EP.
Ahora imaginemos a Maduro en Bogotá. Lo primero que haría
sería ponerse a manejar un Transmilenio, para recordar su época de
autobusero y se pondría a bailar salsa en el Portal de Las Américas.
Todo sería trasmitido por cadena nacional. Luego se inventaría cualquier
pendejada, como por ejemplo una Gran Misión Vivienda Colombia porque le
parecerían muy pocas las casas que entregó el ex vicepresidente Vargas
Lleras (por cierto: ¿al fin cuántas serían?) y se impondría la meta de
por lo menos un millón.
Aumentaría el salario mínimo un 40%. Diría cosas de
dictador, como por ejemplo que la salud y la educación no pueden ser un
negocio y que el Estado debería garantizar gratuitamente el acceso a
estos derechos para todos los ciudadanos. Mandaría a dotar a todos los
estudiantes, desde la primaria hasta la universidad de tabletas y
computadoras portátiles las cuales llamaría Macarenas y Macarenítas.
Mandaría a desalojar de Colombia a los militares gringos y la DEA.
Entregaría créditos a los pequeños y medianos productores empezando por
los campesinos de las ZRC. Hablaría de una tal Democracia Participativa y
Protagónica (cosas de dictadores). Bajaría el precio de los
combustibles y organizaría un plan de abastecimiento general de
alimentos con un promedio de 20 productos a un precio menor de 10.000
pesos y lo peor: se entregarían directamente en las comunidades. Aunque
es justo decir que la mayoría de estas aberrantes y antidemocráticas
medidas fueron tomadas por el anterior dictador venezolano, Hugo Chávez,
el actual las ha mantenido contra viento y marea.
Obviamente estas medidas y las otras que pudiera tomar
generarían una tremenda crisis humanitaria en Colombia, pero esta sí
sería visibilizada por todos los medios de comunicación (no como hoy en
Colombia, donde asesinan en promedio 3 dirigentes sociales por semana,
mueren niños de hambre y hay casi diez mil (10.000) presos por razones
políticas pero nadie dice nada al respecto).
Frente a la crisis generada, el feroz dictador Maduro
mandaría a la policía armada con chalecos antibalas, gases lacrimógenos y
armas no letales para que repriman brutalmente a los pacíficos
manifestantes que se resguardan detrás de fortificadas barricadas,
armados con bombas molotov, revólveres, pistolas, escopetas y fusiles.
En caso de capturas por parte de las fuerzas de seguridad del Estado,
les darían comida en las estaciones de policía y al otro día los dejaría
ir, previo compromiso de no volverlo a hacer. Si llegasen a
judicializar a algunos, los tratarían bajo las normas básicas del
respeto a los derechos humanos. Llamaría a la oposición a una mesa de
diálogo para buscar un acuerdo. Ojo, en el caso colombiano la oposición
no está representada en el uribismo, como pretenden hacer creer los
grandes medios de comunicación, sino en la izquierda, tanto la legal
como la armada. Maduro buscaría incluso el apoyo del Papa si así se lo
exigen sus detractores, con tal de llegar a una solución concertada a la
crisis. Cedería ante la mayoría de sus demandas, sobre todo las
económicas sin pedir a cambio mayor cosa: solo que dejen de bloquear
calles, quemar cauchos, destruir instalaciones públicas, atacar
hospitales y centros educativos… en fin, los exhortaría a dejar la
violencia como expresión de la lucha política.
En caso de que le quede grande gobernar y negociar con la
oposición, como le está pasando en Venezuela, seguro se le ocurriría
salirse de la OEA, la cual, por cierto nació durante los sangrientos
hechos del 9 de abril de 1948 en Bogotá. Convocaría una Asamblea
Nacional Constituyente para que los ciudadanos y sus organizaciones
políticas y gremiales discutan cómo dar solución a la crisis… cosas de
dictadores.
Creo que en términos generales intercambiar presidentes
sería muy provechoso y satisfactorio para nuestros países. En Venezuela
se controlarían los desmanes y en Colombia el gobierno cedería un poco
en beneficio de las grandes mayorías. Pero, como estas propuestas
swinger pueden parecer un poco atrevidas para nuestras conservadoras
sociedades, podríamos empezar con experiencias más moderadas, así como
lo hacen las parejas más tímidas que empiezan con un baile pegadito, una
caricia o un beso. Llevar las cosas poco a poco para ver cómo se siente
e ir evaluando la experiencia. En el caso swinger-político, serían
intercambios de pequeñas expresiones políticas.
Yo, particularmente que he visto las protestas
estudiantiles en ambos países y he visto también la actitud de las
fuerzas del orden; debo confesar que la idea de ver cómo se comportarían
ambos en un intercambio swinger me produce una curiosidad morbosa.
Intercambio de movimientos estudiantiles.
Que el Movimiento Estudiantil Venezolano vaya a Colombia a
protestar allá. Que destruyan las instalaciones físicas de las
universidades del Estado a ver cómo les va con los estudiantes de
estratos 1, 2 y 3 que con tanto esfuerzo van a colegios y universidades
públicas con la ilusión de ser profesionales algún día. Que se mantengan
en la calle hasta que caiga el rrrrrégimen de Santos y que se enfrenten
al ESMAD. Que lo hagan con la perseverancia y la fuerza que tienen en
Venezuela y que le enseñen a esos mediocres estudiantes colombianos para
qué es que debe existir un Movimiento Estudiantil: derrocar gobiernos
en vez de dedicarse a luchar por educación gratuita y de calidad para
todos. Que CNN, RCN, NTN24 y Caracol denuncien (ahí sí con mayor razón)
la brutal represión contra la protesta estudiantil.
Que el Movimiento Estudiantil Colombiano vaya a Venezuela.
Para ver que los futuros profesionales, en vez de destruir bibliotecas
con volúmenes incunables lean historia. Que reclamen mayor calidad en la
educación que ya es gratuita y universal en vez de pedir que se cierren
las misiones educativas que brindan a los más pobres la oportunidad de
graduarse. Que generen desde las universidades ciencia para el
desarrollo de la producción sustentable en vez de salir a quemar carros.
Que cuenten con el patrocinio político, logístico y financiero nacional
e internacional que tienen los estudiantes venezolanos para el
desarrollo de su activismo político.
Intercambio de fuerza pública.
Que el ESMAD vaya a Venezuela. Que esos valientes hombres y
mujeres, quienes lucen unas imponentes armaduras sin mayor
identificación, que han recibido entrenamiento especializado
antidisturbios al punto de ser maestros en golpear niños de 15 años
hasta matarlos a punta de físico garrote salgan a controlar las
manifestaciones en Venezuela. Que lleguen, en nombre del orden público
disparando, no solamente gases lacrimógenos y perdigones, sino balas con
armas de fuego. Que allanen universidades y reduzcan por la fuerza las
manifestaciones de inconformidad. Que despejen las vías y que así, muy
legal y democráticamente reestablezcan la necesaria calma y el derecho a
la movilidad de la mayoría de cuidadanos.
Que la PNB y la GNB vayan a reprimir las manifestaciones en
Colombia. Que lleguen sin armas letales y sin mayor entrenamiento
antidisturbios (porque en Venezuela, desde que el chavismo asumió el
poder, no se había visto la represión contra las manifestaciones, salvo
el 12 y 13 de abril de 2002 cuando Carmona Estanga dio golpe de estado a
Chávez). Que mantengan una prudente y pasiva distancia mientras la
gente bloquea las vías y visibiliza sus demandas (porque para eso son
los bloqueos, no para atracar a los transeúntes). Que si la protesta se
torna violenta, sigan manteniendo la distancia e intenten dispersar la
manifestación con gases lacrimógenos y luego se retiren.
Intercambio de burguesía.
Que vaya la burguesía colombiana a Venezuela para que creen
industria. No importaría que al igual que la venezolana explotaran a
los trabajadores, porque al fin y al cabo eso hace la burguesía, pero
que en vez de desangrar a la nación llevándose los dólares, que
apalanquen la producción un poco, atiendan parte de la demanda nacional y
exporten el resto, o todo si quieren, así aportarían con divisas al
PIB.
Que vaya la burguesía venezolana a Colombia a ver si allá
el Estado les va a dar divisas a precio preferencial para que importen
lo que deberían producir. (Acá es importante aclarar algo: la burguesía
no produce nada, ni en Colombia ni en Venezuela ni en ningún país del
mundo. Quienes producen son los obreros).
Intercambio de oposición política, aclarando que en Colombia la oposición no es el uribismo sino la izquierda, tanto la legal como la alzada en armas.
Que vaya la oposición venezolana a hacer oposición en
Colombia. Que llamen a derrocar el gobierno constitucional, que
promuevan paros y golpes de estado. Que desconozcan los resultados de
las elecciones que pierdan y griten fraude. Que intenten acercarse a una
tanqueta a ver si allá los dejan voltearla y meterle candela. Que sus
alcaldes y gobernadores encabecen los bloqueos de vías. Que griten
dictadura a los cuatro vientos para ver cómo les va y cuánto tiempo les
dura la fiesta. Que tengan que enfrentar a los grupos paramilitares que
en complicidad con los organismos de seguridad del Estado asesinan y
desaparecen a civiles opositores al régimen. Seguro que en menos de un
mes, los que logren escapar de la muerte serán puestos tras las rejas.
Que vaya la oposición colombiana a hacer oposición en
Venezuela. Que se les permita organizarse y reunirse tranquilamente en
cualquier lugar del territorio nacional para dar a conocer y proyectar
sus propuestas políticas. Que todos los medios de comunicación
nacionales e internacionales hagan eco a sus ideas y sus denuncias. Que
se puedan movilizar tranquilamente a cualquier lugar sin temor a ser
asesinados. Que se les garantice el derecho a opinar diferente y eso no
sea sinónimo de condena a muerte.
Y ya entrados en gastos, sería bueno también aplicar otras
prácticas de las artes amatorias en la política de nuestros países. Por
ejemplo el exhibicionismo y el voyerismo como expresiones de
satisfacción por medio de otros sentidos. A mí, por ejemplo me gustaría
ver qué hace la oposición armada venezolana si actuara en Colombia,
aclarando que en Colombia la oposición armada no son los paramilitares
sino las guerrillas, y que en Venezuela ya se empieza a configurar una
oposición armada que antes, (desde Chávez hasta hace muy poco) no
existía.
Me gustaría ver a la oposición armada venezolana en
Colombia decretando paros armados (como el que están adelantando de
hecho en Táchira y Mérida); disparando contra los efectivos policiales y
militares escudándose tras las manifestaciones civiles; intimidando,
robando y asesinando a los ciudadanos que quedan atrapados tras las
barricadas que instalan; almacenando material explosivo, armas y
municiones en sus casas, pero que asuman las consecuencias de sus actos
en vez de salir a llorar ante la comunidad internacional con el cuento
de que son perseguidos políticos y se asuman como alzados en armas.
Seguro que al enfrentar un ejército armado hasta los dientes, entrenado y
fogueado en combate, inmisericorde, experto en guerra irregular,
torturas y desapariciones se les acabarían rapidito los bríos que
muestran en Venezuela.
Me gustaría ver a la oposición armada colombiana reclamando
todos los días por la libertad de sus prisioneros de guerra y los demás
presos políticos, empezando por Simón Trinidad. Ver a sus comandantes
convocando y encabezando marchas con la consigna de derrocar al régimen.
Sería bueno que el señor Almagro también espíe morbosamente
la intimidad de otros gobiernos… que se orgasme exhibiendo las fosas
comunes, con la tortura, asesinato y desaparición de luchadores
populares, estudiantes y periodistas en México o Colombia. Que en la
apacible soledad de su interior se sienta un ser omnipresente al que
ningún detalle se le escapa, por ejemplo, frente a los crímenes
perpetrados contra el pueblo Mapuche en Chile y Argentina; el Golpe de
Estado en Brasil y los retrocesos en materia de libertades democráticas y
sociales en ese país; los masivos despidos en Argentina, donde además
el demócrata Macri sacó del aire a TeleSur antes de que el dictador
Maduro hiciera lo mismo con CNN.
Tal vez las nuestras sociedades no están preparadas para
tan poco convencionales prácticas sexuales, y seguramente mi propuesta
no tendrá eco, mucho menos aplicada a la política. Entonces, para gentes
y políticos más recatados y conservadores, propongo que por lo menos
recompongamos nuestras relaciones dentro de los parámetros establecidos
en la democracia liberal que se supone rige nuestras naciones.
Respetémonos, dialoguemos, lleguemos a consensos y acuerdos teniendo
como objetivo central y común la Paz, el progreso y la felicidad. No
utilicemos la violencia para imponer nuestra voluntad sobre los
argumentos del otro (o la otra, como casi siempre ocurre entre las
parejas). En últimas, con swinger o monogamia, tanto en parejas como en
política es pertinente recordar a John Lennon: “All you need is love”.
Ilustre Oscar Javier Forero. Me permiti soñar mientras leía tu genial idea de monogamia en política. Voy a publicar este sueño con la esperanza que muchos lo interpreten y reflexionen para su bien. Que Dios nos bendiga masificado tus ideas.
ResponderBorrarIlustre Oscar Forero. Me permití soñar mientras leía. Puedo publicarlo con la esperanza que muchos venezolanos lo interpreten y cambien su errado camino? Qué Dios nos siga bendiciendo con tus geniales ideas, alivian bastante en medio de esta guerra
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