La Organización Mundial de la Salud advierte sobre los impactos de vivir
en condiciones insalubres. Solo en 2012 fallecieron 570.000 menores de
cinco años a causa de infecciones respiratorias provocadas por un aire
sucio en todo el planeta.
Por vivir en un ambiente insalubre, cada año mueren 1.7 millones de
niños en todo el mundo. Así lo reveló un informe de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) que evidencia la crítica situación que
experimenta la población más joven producto de los altos niveles de
contaminación: aunque la defunción de los menores diga que fallecieron a
causa de una diarrea infecciosa, neumonía o paludismo, lo cierto es que
la razón principal es la falta de acceso a una fuente de agua limpia, a
instalaciones sanitarias básicas y la constante inhalación de humo.
Los niños más pequeños son los más afectados ya que "el sistema
inmunitario y los órganos en desarrollo de los niños, así como sus vías
respiratorias y cuerpos pequeños les hacen especialmente vulnerables" a
la contaminación, dice Margaret Chan, la directora general de la OMS,
quien advierte que el 26% de la mortalidad en menores de cinco años
podría evitarse mediante el control de la calidad del aire, el agua y el
suelo.
Según los datos del informe ¡No contamines mi futuro!,
en 2012 fallecieron 570.000 menores de cinco años a causa de
infecciones respiratorias provocadas por un aire sucio en todo el
planeta. La fuente principal de la contaminación es el uso de
combustibles sólidos en estufas caseras sin una salida adecuada de los
humos, así como la polución de la atmósfera y la exposición al tabaco.
En el mismo año, solo la diarrea provocó la muerte a otros 361.000
niños, especialmente en el Sureste asiático y el África Subsahariana
donde hay una carencia de infraestructuras que aumentan los riesgos de
morir por contaminación. "Una gran proporción de las enfermedades
diarréicas están causadas por patógenos oro-fecales que pueden evitarse a
través del acceso a un agua segura y adecuada para su ingesta, el
establecimiento de unas condiciones higiénicas y sanitarias apropiadas y
el abandono de la defecación al aire libre", señala el informe.
Esas medidas podrían evitar también la muerte de 270.000 niños en el
primer mes de vida y el fallecimiento de otros 200.000 menores de cinco
años por malaria. El documento también señala los posibles riesgos de un
suelo contaminado, por el plomo y otros agentes tóxicos, ya que podría
ocasionar envenenamiento, trastornos neurológicos, del desarrollo o
endocrinos.
Algo similar ocurre con los nuevos riesgos ambientales emergentes, como
los derivados de un incorrecto reciclaje de los residuos eléctricos y
electrónicos. Los expertos alertan que este tipo de basura será un 19%
más elevada en 2018 de lo que era en 2014, llegando a alcanzar los 50
millones de toneladas.
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