CARACAS — Álvaro Uribe Vélez, el poderoso expresidente colombiano cuyo candidato para la presidencia, Iván Duque,
es el favorito en las próximas elecciones, fue acusado de tener
vínculos con narcotraficantes en diversas comunicaciones de diplomáticos
de Estados Unidos, según cables recientemente desclasificados por el
Departamento de Estado.
Los
cables, que recientemente se pusieron a disposición de The New York
Times, describen reuniones de 1992 a 1995 entre funcionarios
estadounidenses y Uribe cuando era un político prometedor, así como
información recabada por funcionarios colombianos que lo conocían bien.
Los miembros del Partido Liberal, organización política en la que Uribe
militó, dicen que tenía vínculos con los principales carteles de la
droga, lo que incluye a la banda del capo Pablo Escobar.
Los
cables evidencian nuevos datos sobre las acusaciones que durante años
se han formulado contra Uribe. En repetidas oportunidades, el líder del
Centro Democrático ha negado los señalamientos y sostiene que esas
acusaciones reflejan los intentos de sus rivales políticos por afectar
su reputación.
Uribe,
quien con el tiempo se ha movido hacia la derecha, ahora es senador y
pronto podría encabezar el bloque conservador que ganó la mayoría de los
escaños en las elecciones parlamentarias de este año. Iván Duque, el
protegido de Uribe que compite en las elecciones presidenciales,
aventaja a sus cinco rivales en las intenciones de voto para la primera
vuelta, que se celebrará el domingo.
Un
cable de 1993 describe una reunión de la embajada con Luis Guillermo
Vélez Trujillo, quien entonces era senador del Partido Liberal. El
político se quejó de que la familia Ochoa Vásquez, un importante clan
colombiano vinculado con el Cartel de Medellín, “había financiado” las
campañas políticas de Uribe.
Alejandro
González, otro senador del partido de Uribe, les dijo a los
diplomáticos que Uribe “temía por su vida porque no pudo cumplirle a sus
contactos del Cartel de Medellín” la promesa de negociar un acuerdo con
el gobierno para lograr la rendición de Escobar.
Aunque
los diplomáticos dicen que no encontraron pruebas contundentes que
respalden esas acusaciones, las investigaron durante años y expresaron
sus preocupaciones a los funcionarios estadounidenses.
“Seguimos
sospechando de las conexiones de Uribe con el narcotráfico”, dice un
cable de 1992 en el que los diplomáticos estadounidenses discutían las
operaciones antidrogas realizadas con el apoyo de Uribe.
Los
estadounidenses luchaban por comprender las motivaciones del hombre que
luego sería presidente de Colombia y que este año ha vuelto a
posicionarse como uno de los líderes políticos más influyentes de su
país.
En
la campaña electoral, Duque afirmó que Uribe, quien no puede volver a
postularse a la presidencia por los límites constitucionales del
mandato, es el “presidente eterno” del país.
“Álvaro
Uribe transformó la política colombiana. Su legado está en todas partes
y sigue siendo un actor político importante”, dijo Michael L. Evans,
analista sénior del National Security Archive, una organización sin
fines de lucro que le proporcionó los cables a The New York Times luego
de solicitar que se desclasificaran.
Evans
añadió: “Con estos cables nos enteramos sobre las acusaciones que más
le preocupaban a la embajada: las licencias de aviación para las figuras
del cartel; sus lazos financieros con el clan Ochoa, y, sobre todo, la
posibilidad de que él pudiera estar comprometido con ellos”.
Uribe
fue presidente de 2002 a 2010 y fue considerado como el aliado más
cercano de Estados Unidos en la región durante la guerra contra los
líderes del narcotráfico. Hizo un trato para desmovilizar a los grupos
paramilitares en 2004 y atacó con éxito a los rebeldes de las Farc, que comenzaron a negociar un acuerdo de paz con su sucesor en 2016. Ambos grupos se financiaban con el tráfico de cocaína.
Pero hasta el día de hoy persisten las dudas sobre las posibles conexiones entre Uribe y el narcotráfico.
La
Corte Suprema de Justicia de Colombia ordenó una investigación sobre un
caso de manipulación de testigos contra Uribe que involucra al Bloque
Metro, un grupo paramilitar y narcotraficante con sede en Medellín. El
hermano de Uribe, Santiago, está esperando un juicio por cargos que lo
acusan de haber formado un escuadrón de la muerte llamado Los Doce
Apóstoles.
Los cables estadounidenses ofrecen una mirada a las acusaciones que Uribe enfrentó durante su ascenso político.
En
la década de los noventa, una época marcada por la escalada de la
violencia y la corrupción relacionadas con las drogas, Uribe emergió
como un “joven líder con un futuro prometedor” y una “estrella brillante
en la escena política colombiana”, dicen los cables diplomáticos.
Sin embargo, los diplomáticos también encontraron acusaciones que empañaban la reputación del líder político.
Vélez,
el senador que dijo que la campaña de Uribe fue financiada por la
familia Ochoa, les dijo a los diplomáticos sobre una reunión que se
produjo en la década de los noventa entre Uribe, otros dos políticos y
la esposa de Escobar. La reunión fue secreta hasta que Escobar publicó
una carta al respecto y los diplomáticos querían saber cómo se había
llevado a cabo.
Vélez
dijo que Escobar había usado a los Ochoa, miembros del Cartel de
Medellín, para organizar la reunión y “abrir un canal de comunicación”
con César Gaviria, en ese entonces presidente de Colombia, como un favor
personal.
Un
cable explica que cuando los funcionarios de la embajada le preguntaron
a Uribe sobre el encuentro, el político contó que sí había ocurrido y
que él pensaba que iba a reunirse con la madre de Escobar, no con su
esposa, para discutir la rendición del capo. “Él rechaza cualquier idea
de diálogo o concesiones a Escobar”, escribieron los diplomáticos.
En
otro cable de marzo de 1993, los diplomáticos planteaban dudas sobre
Uribe, al citar su conexión con Ernesto Samper, que se convirtió en el
presidente de Colombia en 1994. En el cable se dice que “hay sustancia
en los rumores” de que Samper, Uribe y un tercer político relacionado
con Samper estaban vinculados con los traficantes de drogas.
“Abundan
los rumores de la participación de esos tres con narcotraficantes”,
registra el cable. En el documento también se dice que los diplomáticos
creían que Samper, de ser elegido, sería indulgente con los
narcotraficantes.
Los
diplomáticos estaban desconcertados con la información que recibían,
puesto que Uribe se reunió varias veces con ellos para discutir planes
con el fin de detener el tráfico de drogas.
En
un cable de julio de 1993 se dice: “El senador Uribe ha demostrado ser
un enigma para la embajada: tiene lazos familiares con los narcos (es
primo de los Ochoa) además de los rumores de contactos creíbles que lo
vinculan, pero sus declaraciones contra los traficantes y las protestas
vehementes en la embajada”, escribieron los diplomáticos, “dicen lo
contrario”.
Un
documento de marzo de 1995 explica que en 1992 los diplomáticos
recibieron información sobre un intento fallido de Uribe de nominar a
“una persona asociada con una conocida familia de narcotraficantes” como
candidato de su partido a la alcaldía de Medellín. Cuando ese intento
falló, Uribe trató de nominar a un tío de Escobar, quien “también fue
descartado”, según el cable.
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