Islandia no tiene demasiadas cosas en común con Grecia.
Pero
la isla gélida al borde del Ártico y el país del Mediterráneo tuvieron
unas devastadoras pérdidas económicas durante la crisis financiera
mundial que se desató en 2008, y cuyas consecuencias aún siente Europa.
La diferencia es que Grecia sigue sumida en una profunda crisis económica,
mientras que Islandia ha podido estabilizar su situación, y este martes
retiró los estrictos controles de cambio impuestos hace nueve años para
salvarse del caos.
Ello hace que muchos se planteen qué podrían aprender Grecia y otras naciones en problemas de la experiencia islandesa.
Islandia fue una de las primeras víctimas europeas de la crisis financiera global.
En muy pocas partes fue tan devastador su impacto inicial.
La isla, de apenas 328.000 habitantes, llevaba años en una bonanza impulsada por sus bancos, que operaban con poca regulación y se habían endeudado a niveleshistóricos.
En medio del auge financiero, multinacionales islandesas compraban
empresas en todo el mundo. Pero los bancos llegaron a tener pasivos por
valor de US$86.000 millones en una economía cuyo PIB apenas llegaba a
US$13.000 millones en 2009.
Cuando la crisis financiera empezó a
propagarse a fines de 2008 desde Wall Street al resto del mundo, los
bancos islandeses también se derrumbaron como un castillo de naipes.
Pero la respuesta de Islandia no fue la que indicaban los libros de texto.
Muchos
expertos han indicado que, en una crisis financiera, pese a que es una
medida muy impopular, tiene sentido que los gobiernos rescaten a los
bancos con dinero de los contribuyentes, incluso si la crisis es causada
por errores de esos mismos bancos.
La razón, argumentan, es que una quiebra masiva de bancos puede tener un efecto devastador y
duradero sobre el resto de la economía, como el que se presentó durante
la Gran Depresión de la década de 1930 en Estados Unidos.
Por lo
que a veces se cree que resulta menos caro que el gobierno gaste
millonadas rescatando a los banqueros, que sufrir la recesión que su
colapso produciría en el resto de la economía.
Los islandeses no estuvieron de acuerdo con esa receta tradicional.
En cambio, el gobierno del momento dejó ir a los tres principales bancos del país a la quiebra.
"El
97% del sector bancario colapsó en cuestión de tres días", le dijo a la
BBC Gudrun Johnsen, miembro de una comisión creada en Islandia para
estudiar lecciones de esa crisis.
La quiebra bancaria, efectivamente, sepultó a la economía islandesa en una profunda recesión, tal como advertían los expertos.
El
PIB colapsó, cayendo siete puntos porcentuales en un año. La moneda, la
corona, se devaluó en un 80%. Y se impusieron controles a las divisas
extranjeras.
Pero la recuperación que siguió fue relativamente
rápida. Los balances contables de los bancos no siguieron generando
incertidumbre. Muchos inversionistas aceptaron sus pérdidas y retomaron
sus vidas.
No se usaron tantos recursos públicos para rescatar banqueros irresponsables.
Y al devaluarse la moneda local, los bienes y servicios islandeses se hicieron más baratos para los extranjeros.
Ello contribuyó al despegue de una nueva bonanza, esta vez en el
turismo internacional, que se ha convertido en el negocio más dinámico
de la nueva Islandia.
El país creció a una tasa del 7,2% en 2016,
una cifra envidiable comparada con el estancamiento que aqueja a muchas
otras naciones europeas.
¿Éxito?
Hay quienes vacilarían en describir la trayectoria de Islandia como un gran éxito económico. Es, al fin y al cabo, apenas la recuperación de la crisis financiera más profunda que hayan sufrido en su historia moderna.
Y se trata de un ajuste que costó mucho en términos de desempleo y recesión en los primeros años.
Pero es inevitable la comparación con la desesperadamente lenta recuperación económica de muchas naciones europeas.
En
primer lugar, muchos interpretan que la lección de Islandia es que no
es tan necesario en las crisis financieras rescatar a los bancos, como
hicieron muchos países.
Pero hay que hacer nuevamente la salvedad
de que en el caso islandés, dejar que los bancos fueran a la quiebra
fue una decisión más fácil de tomar que en otras partes, pues la
magnitud descomunal de las deudas hacía básicamente imposible que el
gobierno pudiese asumir las obligaciones de estas instituciones
financieras, incluso si hubiese existido la voluntad política de
hacerlo.
Su propia moneda
También se
habla mucho, en comparación con Grecia, por ejemplo, del papel que tuvo
la flexibilidad en el manejo monetario para empujar la recuperación de
Islandia.
Los islandeses pudieron devaluar su moneda para hacer más competitiva
su economía al bajar los precios para los extranjeros, mientras que
Grecia estaba atascada con el euro, una divisa que no controla, y por
lo tanto se vio condenada a una recesión mucho más prolongada.
En toda esta discusión hay que tener en cuenta
el pequeño tamaño de la población islandesa, que hace todavía más
complejo buscar comparaciones significativas con otras naciones
europeas.
En cualquier caso, Islandia celebra este martes
su regreso pleno a los mercados internacionales y la "normalización"
de su economía a nueve años de la crisis que por poco la ve sepultada.
Una
normalización que sigue generando dudas sobre cuál es el recetario
aplicable para los países que sufran situaciones semejantes en el
futuro.
Tomado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias-39271510
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