Nazareth Balbás
Hace 18 meses, Venezuela decidió cerrar su paso fronterizo con Colombia
bajo el argumento de que debía "normalizarse" el funcionamiento de la
zona limítrofe. Desde entonces, la relación ha sufrido altibajos y
todavía no se concretan las condiciones para ninguna de las partes. ¿Qué
se avecina?.
"Si no se sientan a dialogar, el peligro es la mexicanización de la frontera", dice el economista Óscar Forero, habitante Táchira, un estado venezolano limítrofe con Colombia.
Ya
han pasado 18 meses desde que el gobierno venezolano decidiera cerrar
la frontera con Colombia, luego de que un puesto de la Guardia Nacional
sufriera un atentado perpetrado
por bandas armadas. La medida se flexibilizó luego que los gobiernos
entablaran conversaciones para "normalizar" el funcionamiento de la
zona. Sin embargo, eso aún no ocurre.
Las razones son varias: la existencia de mafias armadas, el narcotráfico, el contrabando de combustible
desde Venezuela a Colombia, la especulación cambiaria que afecta al
bolívar y el comercio ilegal. Tanto Caracas como Bogotá han intentado
tomar medidas pero sin llegar a un punto común. ¿El resultado? Un juego
trancado.
Contrabando
El gobierno venezolano anunció recientemente la puesta en funcionamiento de estaciones de servicio para
la venta de combustible en pesos a precios por debajo del mercado
colombiano, pero por encima de los costos del carburante en Venezuela, que tiene la gasolina más barata del mundo. La medida parecía ventajosa para ambas partes pero Colombia dijo que no.
Días después del anuncio, Colombia desautorizó el
paso de vehículos al territorio venezolano. Para el gobernador de
Táchira, José Vielma Mora, esa decisión obedece a intereses
"económicos".
Forero simplifica la ecuación: "Colombia prefirió subsidiar la
gasolina, antes que autorizar el paso de vehículos a Táchira. Me parece
que están presionando para que sea Venezuela la que dé marcha atrás a
las decisiones que tomó en materia económica". El detalle, insiste, es
que la medida no es sostenible en el tiempo porque implica un costo de 24.000 millones de pesos para el gobierno
de Juan Manuel Santos, que decretó un aumento de combustible a inicios
de este año. Y el alza tímida pero sostenida de la cotización petrolera
no es un buen augurio.
En Cúcuta, el galón de gasolina cuesta unos
5.200 pesos, mientras que en ciudades como Bogotá y Medellín, el precio
supera los 8.000. El costo en las estaciones de servicio
internacionales en Venezuela es el equivalente a 4.440 pesos por galón
(1.200 pesos por litro).
Casas de cambio
Otra de las
medidas anunciadas por Venezuela es la instalación de casas de cambio en
su territorio. ¿El objetivo? Combatir a los establecimientos similares
que hacen fluctuar la cotización del bolívar en el territorio
colombiano.
En la actualidad hay ocho casas de cambio y se anunció la próxima
puesta en funcionamiento de otras 20. El pasado lunes, el gobernador del
estado Táchira detalló que se han hecho un total de 1.000 operaciones. Pero para Forero, la medida tiene varias dificultades.
"Es inviable a largo plazo. Venezuela no va a poder mantener los aportes para sustentar el canje de bolívares a pesos.
La solución era contar con los pesos de la venta de gasolina, pero si
Colombia no autoriza el paso de vehículos, va a ser difícil y no creo
que el gobierno venezolano vaya a quemar dinero de las reservas para
eso", explica el economista.
El otro escollo de la medida es que
hay unas 30.000 solicitudes de canje de bolívares a pesos, y sólo se han
atendido 1.000: "a este ritmo, harían falta cerca de mil días para
cubrir la demanda. Además, lo difícil del trámite burocrático puede
incentivar al surgimiento de gestores, de una mafia de este lado del
territorio".
Juego trancado
La tasa de cambio fijada por Venezuela es de 4 pesos por bolívar, pero del lado de la frontera colombiana, la moneda venezolana se cotiza por menos del valor de un peso, una diferencia que ha impulsado su depreciación artificial.
Ese,
en principio, fue uno de los argumentos esgrimidos por el gobierno
venezolano para exigir una mesa de negociaciones con Colombia, tras el
cierre de la frontera. Sin embargo, aún no se han logrado posiciones
comunes que permitan restablecer una relación comercial fluida.
"La principal guía es el diálogo -dice Forero-. Colombia
tiene que reconocer que su estructura legal que perjudica a Venezuela, y
Venezuela tiene que buscar corregir sus mecanismos internos para no
darle incentivos a las mafias: no todo lo malo pasa del otro
lado de la frontera, ni todo lo bueno ocurre aquí. El entendimiento
entre los gobiernos tiene que tener un solo criterio, que es desplazar
la ilegalidad, que no tiene nacionalidad".
Comercio ilegal
La
búsqueda de la paz en Colombia también exige medidas que pongan freno a
las mafias que se mueven en la permeable frontera de 2.119 kilómetros
con Venezuela, considera el economista.
"La mayoría de los flujos
comerciales, que son inmensos, provienen del narcotráfico, la venta de
armas, las mafias y el contrabando de gasolina. Si no se ataja esa
situación, de manera conjunta, podría repetirse el fenómeno de México y la frontera pasaría a convertirse en un lugar bajo la ley de la violencia".
Según las estimaciones de Forero, en esa costura común se mueven
anualmente unos 14.000 millones de dólares en comercio ilegal, una cifra
que supera las reservas internacionales de Venezuela o el costo del
Mundial Brasil 2014. Al cierre de 2016, la balanza comercial entre ambos
países no superó los 1.000 millones.
¿Nueva tasa para el dólar?
Por
ahora, el paso de vehículos desde Colombia a Venezuela está
restringido, las nuevas casas de cambio aún no están 100% operativas y
los empresarios de ambos países exigen claridad en el mecanismo
para hacer el canje de divisas.
El peligro latente es que la
convertibilidad de bolívares a pesos genere una tasa implícita de cambio
para el dólar y, por tanto, otra oportunidad para la especulación
cambiaria: "Comprar un dólar en Colombia exige 2.936 pesos. A razón de
cuatro pesos por bolívar, esa cantidad de pesos se puede adquirir con
736 bolívares. Se trata indudablemente de un buen negocio para quien
logre adquirir esos pesos, y con esos pesos, adquirir dólares", expone
el columnista Sergio Arancibia, en un artículo publicado este martes en El Mundo.
Esa amenaza no es ignorada por autoridades venezolanas como el gobernador del Táchira, quien declaró la semana pasada: "No queremos que algunas personas conviertan esta oportunidad en un círculo vicioso".
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